Era de esperarse: la baja de “Raúl Reyes”, número dos de las farc, ha sido lo peor que le ha podido pasar no solo a ese grupo terrorista, sino también a Chávez. Como si en ocasiones anteriores no hubiera sido suficientemente evidente el apoyo de Chávez a las farc, con las declaraciones explosivas de este fin de semana, está totalmente claro que la guerrilla colombiana lo que tiene es un aliado incondicional en Chávez.
La tantas veces denunciada táctica de la guerrilla de resguardarse en territorio venezolano o ecuatoriano para escaparse del ejército colombiano esta vez no funcionó. Que las farc no se puedan acabar militarmente es un mito urbano. Ante la pérdida de una ficha fundamental y un revés muy grande en sus planes maquiavélicos, Chávez hizo lo único que sabe hacer. Gritar, gesticular y amenazar cual matón de barrio: “Sr. Ministro de Defensa: Muévame diez batallones a la frontera con Colombia. De inmediato.” Y como sacado de un mal sueño, un gordo bigotudo de caricatura de republica bananera premium se pone de pie, obediente.
Al igual que Europa en la primera guerra mundial, en Latinoamérica hoy también tenemos nuestro hombre enfermo. No es la metáfora usada para un imperio en decadencia que tenía que modernizarse, sino lamentable es un término que debe usarse literalmente con Chávez, un megalómano con desorden mental extremo y verborrea incontenible avanzada.
Si creíamos que la locura colectiva que se veía en blanco y negro con un ridículo Mussolini de protagonista era cosa del pasado, ver a los seguidores de Chávez aplaudiendo como monos de zoológico cuanta estupidez se le ocurre al Mico Mayor sobrepasa la realidad y parece mas bien una parodia de la gran parodia de Chaplin y su “Gran Dictador”.
Pero el acto no estaría completo sin la aparición del presidente Correa, que inicialmente reaccionó de manera calmada, pero que luego de ser aleccionado por Chavez “entendió” lo que realmente pasaba. Ah, y no nos sorprendamos si como invitado especial a este circo monumental llega Ortega.
Estamos viviendo en medio de una locura que parece que no tuviera límite. No solo está la situación con Venezuela a punto de explotar porque a Chávez se le ocurre apadrinar a la guerrilla, sino que las leyes de la lógica dejan de funcionar y la muerte de un terrorista de miedo es equivalente a la despedida de un héroe. En este mundo de la dimensión desconocida, la muerte de un capo de la narcoguerrilla es una afrenta a la paz y unión de los pueblos. En ese mismo mundo paralelo, el violador de la soberanía no es el criminal que entra y acampa impunemente, a sus anchas, en otro país. No, en el mundo de la ilógica no es necesario apoyar la defensa contra una guerrilla que aborrece el 99% del pueblo colombiano, sino que hay que atacar las instituciones que representan democráticamente a ese pueblo. Y por si acaso nos quedan dudas, una “agencia de noticias” o un canal como Telesur se encargan de “explicarnos” toda esa Basura que, convenientemente ellos mismos fabrican.
Con Chávez pasa lo que suele pasar con la izquierda revolucionaria y mamerta de siempre, que se dicen racionales, amantes de la paz, enamorados de lo humanitario, pero cuando se les contradice o algo se sale de su libreto son los más guerreros y sanguinarios que pueda existir, exhalando porquería y locura de enfermo.
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