Monday, March 31, 2008

La ilusión del acuerdo humanitario

Dejando atrás la tormenta que significó la muerte de Reyes, para muchos es indispensable volver al status quo que existía “antes de”. El plan de acción estaba tan bien organizado, que sería una pena tirarlo a la basura así no más. Oh! sorpresa pues, que como condición fundamental para restablecer relaciones con Ecuador, la Canciller ecuatoriana pida que se olvide lo del computador de Reyes.

En una estrategia urdida desde hace años, las farc decidieron -entre otras cosas- secuestrar, secuestrar y secuestrar; esto con el fin no solo de obtener ganancias financieras, sino también como moneda de cambio para ser usada para recuperar guerrilleros y espacio político, además se ser una magnífica arma de presión contra el gobierno. No es entonces casual, que hoy por hoy, cuando nadie con un poco de juicio en el país apoya a la guerrilla, las farc saquen como vulgar mercancía la carta del “acuerdo humanitario”.

Si nos ponemos a analizar detenidamente, por qué por ejemplo se habla de “canjeables”? Lo humanitario verdaderamente sería incluir a todos los 700 y pico. Negociar canjeables (detestable palabra, digo otra vez) no es un acuerdo humanitario, es un acuerdo político o un intercambio de prisioneros de guerra. Es absurdo aplicar el eufemismo de acuerdo humanitario con una guerrilla que quiere todo menos un acuerdo, y que se ha demostrado hasta el cansancio que no tiene nada de humanitaria.

En el mundo de las cosas al revés, la presión para que exista un “acuerdo humanitario” se hace al gobierno, olvidando por completo a los verdaderos autores de crímenes atroces contra la persona y la dignidad humana, justificándolos entonces por omisión. En el mismo mundo de la realidad paralela se hacen análisis extensos culpando al gobierno del estado de las cosas, mencionando solo de paso, como mucho, a los verdaderos culpables de que tantos colombianos se encuentren como animales de corral. Y columnistas como Maria Jimena Dussan preguntan por la suerte de los secuestrados, pero olvidan por completo preguntar quien los secuestró y quien los han mantenido en campos de concentración tropicales por eternos años. Es la misma columnista que pretende hacer un paralelo entre la situación actual de los secuestrados de las farc que se pudren en la selva, con los campos de exterminio nazis de la Segunda Guerra Mundial, pero que usando un poco de “magia literaria” de repente cambia la narrativa, y NO son las farc (ojo!) las que vendrían a ser el equivalente al opresor nazi que mantiene prisioneros de guerra en Auschwitz para usar como un objeto perecedero más, sino que somos nosotros (!) los que nos convertimos automáticamente en nazis. Según esa anti-lógica, no es un Jojoy o a Marulanda el que habría que equiparar con Hitler, sino a Uribe. El mismo mundo de patasarriba donde el presidente de Ecuador condena la incursión del ejército colombiano y muerte de un ecuatoriano en el operativo, no pero se olvida que su paisano estaba en un campamento terrorista desde donde se ataca la democracia y ciudadanos de Colombia.
Y en el mismo mundo paralelo, los recién liberados por la guerrilla no atacan a la guerrilla ni marchan contra ella. O cómo se entiende que el Luis E. Perez le diga a El Espectador que “para el acuerdo humanitario se necesita la liberación de otros Rodrigos Granda¨ ? Siguiendo el paralelo de la Alemania nazi, si los judíos libres tuvieran preso a Goebbels o a Mengele, no estoy seguro si estos judíos estarían dispuestos a entregar (devolver) a un Goebbels o Mengele al régimen a modo de intercambio, a sabiendas que los nazis los reincorporaría para seguir aniquilando sin compasión a otros judíos?

Una guerrilla que sigue secuestrando (en Semana Santa a 2 personas, entre ellos a un señor de 80 años) y no tiene reparo alguno en secuestrar a un anciano, no tiene deseo alguno de un acuerdo serio. Para demostrar una verdadera posición de compromiso, la guerrilla tiene que considerar seriamente la propuesta del gobierno y entregar a todos los secuestrados en su poder. En un verdadero acto de acuerdo humanitario. Todo lo demás es política y comercio.

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