No había escrito recientemente sobre temas políticos de Colombia porque me temía que llegaría de una forma u otra a hablar de Chavéz de nuevo (!), y que aburrido ver al tipo este una y otra vez, pero es que muy seguramente Colombia tiene un karma tan tremendo que no hemos podido escapar de la influencia nefasta de nuestro histérico vecino.
El análisis de la situación de la relación Colombia-Venezuela en el ámbito político, a pesar de sus complejidades en realidad es muy sencillo debido a su monotonía. Quiere decir que desde hace años, a pesar de las diferentes variables, siempre ha sido la repetición de lo mismo: si a juicio de Chávez, algo que ocurre en Colombia (o en otro lado) no le gusta, va a lanzarse con ataques incontenidos de insultos fuertísimos, romperá relaciones sacando embajador, acabará con el comercio, y recurrirá a la hipérbole militar amenazando con invadir (esa es como una constante del pobre Chávez, que si no invade a Colombia entonces amenaza con invadir Honduras o que manda tropas a Bolivia,etc. Patológico el asunto). Todo lo anterior no necesariamente en ese orden, pero siempre mezclando dichos elementos en diferentes medidas.
Las reacciones tan características de Chávez y que marcan el ritmo de la diplomacia colombiana, si bien pueden parecer algo caricaturescas y tienen un toque de realismo mágico a lo mal, no dejan de tener una profundidad que afecta enormemente lo que ocurre en Colombia. No importa que tan absurdas y repetitivas sean las acusaciones del vecino, siempre tienen eco en los medios y desgastan enormemente al país. Pero por otro lado, entre más agresiva sea la respuesta de Chavéz a una acción colombiana, téngase por seguro que más acertada ha sido dicha acción. En otras palabras, lo grave no es que Chávez reaccione como loco a alguna determinación del gobierno colombiano, sino que lo grave sería que la aplaudiera porque ahí sabríamos a ciencia cierta que estaríamos cayendo en el círculo de influencia liderado por él y que tanto trabajo nos ha dado para repeler. Igualmente, entre más loca sea la reacción de Chávez a lo que haga Colombia, más seguros debemos de estar que vamos por el camino indicado.
Los ataques de los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Argentina contra Colombia, han sido ataques concertados que prácticamente vienen de la misma fuente, por lo que no debe temerse a un aislamiento de Colombia. De hecho, ya hemos sido marginados desde hace tiempo. El punto cero que marcó dicho rompimiento fue el ataque a las Farc en Ecuador y que acabó con Reyes. Y este punto de partida no es ninguna coincidencia, sino que en ese momento se demuestran claramente las alianzas de las Farc con esos países. Las ramificaciones son enormes y las consecuencias aún no se han visto en su totalidad. Así las cosas, entendible la rabia infinita de un Correa, un Chávez o un Ortega. El plan se les desbarató por un lado y tienen que pelear para armarlo por otro lado. Pero luego sale Colombia con las bases de Estaos Unidos y claro, los que se verían más afectados van a pelear hasta el final, porque para esos dirigentes hay mucho en juego; es una lucha por la propia supervivencia política.
Chávez no está dejando esta pelea al azar. Ha sabido embrujar a varios gobiernos de la región y los ha podido prácticamente comprar con el fin de lograr sus objetivos. Y no solamente ha incursionado en el campo internacional, sino que también en el nacional, pagando por ejemplo políticos y periodistas aquí en Colombia para minar desde adentro los esfuerzos del país por mantenerse fuera de la esfera de influencia venezolana.
La amenaza del vecino es inminente, y en este momento dispone de todo el tiempo del mundo como jefe de gobierno para tratar una y otra vez de salirse con la suya. Así que veremos una y otra vez la repetición de lo mismo, los ataques, las amenazas, etc. El problema es que Chávez no está aislado en esta labor, y poco a poco consigue más adeptos aquí en Colombia.
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