Pero somos indiferentes ante el secuestro cuando todos los días esperamos que los liberen, cuando seguimos cada noticia relacionada con el tema con la esperanza (casi devoción) de que los suelten, y que cuando llegan a contar por lo que han pasado y por lo que están pasado miles, nos llenamos de rabia y tristeza?
Qué hay que hacer entonces para dejar de ser indiferentes? Irse a la selva machete en mano? O será mas bien que tenemos que preguntarnos si de verdad somos indiferentes?
La marcha del 4 de febrero, como la del pasado 5 de julio, es una prueba contundente de que NO somos indiferentes ante el secuestro, que la violencia y la guerra nos duele, que no queremos más secuestros, que queremos vivir tranquilos y en paz.
Claro que participar de manera casual en una marcha multitudinaria no nos convierte inmediatamente en super-solidarios, como escribir o leer sobre el tema constantemente tampoco. Pero entonces, qué hay que hacer? La participación ciudadana en manifestaciones en contra del terrorismo, la guerra, el secuestro, es una muestra en contra de la indiferencia, es una señal de apoyo a favor de las víctimas de la guerra.
Una crítica de las marchas es que a la larga no solucionan nada, que al otro día todo sigue igual, que es algo del momento. Lo que en parte es cierto, pues esta ha sido la experiencia en nuestro país. Pero el problema no está en la marcha como tal; al contrario, es la falta de continuidad lo que impide algún avance. Y que el espíritu que lleva a millones a salir a la calle a pronunciarse debe seguir en la vida cotidiana.
Para atacar la indiferencia que los partidos políticos se pronuncien claros y sin ambigüedades sobre el terrorismo, que muestren posiciones claras contra el asesinato y el secuestro, que todos los ciudadanos presionen a sus representantes en el gobierno, que se denuncie sin temor, que exista una presión en el exterior para otros países no alberguen terroristas colombianos. Y que salgamos a las calles a decir NO MAS!
** Las cartas sobre la mesa 2 **
Que el Polo como posición oficial de partido salga diciendo que no apoya la marcha del 4 de febrero si es indiferencia. Que con lógica medieval digan que ir a la marcha contra las Farc es apoyar al gobierno, es preferir una violencia que trasciende partidos. No, ir en contra de las Farc es ir a favor de Colombia, a favor de los derechos humanos y punto.
El Polo de Gaviria y Borja (que ya se vislumbra aparte del de Lucho y Petro) fue el mismo Polo que TAMPOCO se quiso declarar tajantemente en contra del carácter terrorista de las Farc; con estos mensajes tan claros, el Polo también puso las cartas sobre la mesa, o mejor dicho, mostró el cobre.