Las elecciones de ayer mostraron el avance democrático que ha ocurrido en Colombia. Definitivamente parece que quedaron atrás los tiempos en que se votaba ciegamente por un partido, ganando ahora espacio candidatos que representan alternativas diferentes a la política tradicional. Que se haya dado ese espacio y que los candidatos pudieran hacer una campaña en la que se dieron garantías, con las elecciones más tranquilas y seguras en los últimos 16 años, es una característica indispensable para que exista una verdadera democracia.
Los resultados de las elecciones de ayer traen nuevos retos y oportunidades para los protagonistas políticos y el país. En sus dos victorias, Uribe ha sido elegido por su plataforma basada en la seguridad, y por esto mismo puede tener un segundo periodo complicado. El optimismo de los colombianos, que se dio y se mantuvo desde hace 4 años, será difícil de mantener porque estamos ahora en un nivel de aspiraciones más alto. Para los ciudadanos es un derecho (y hasta un deber) exigir resultados y exigir seguir ganando terreno en los temas que ve prioritarios, como es el de la seguridad. Pero para el gobierno seguir reduciendo las tasas de criminalidad al ritmo que se ha venido haciendo requiere cada vez más de mayores recursos, riesgos y esfuerzos. Imposible no es, pero si más difícil que hasta ahora.
En el caso de Gaviria y la izquierda, es evidente que esta ha sido una gran victoria y que pueden estar muy felices por los resultados alcanzados. Es interesante pensar que paradójicamente sin la contundencia que representa Uribe, electoralmente el Polo no estaría en su posición actual. Pero al igual que Uribe, Gaviria tampoco lo va a tener fácil, ya que a pesar de representar la izquierda tiene que mantenerse centrado –y una vez más, al igual que Uribe-, evitar los extremos. La izquierda deberá estar lista y presentar un discurso social verdadero, sin atarse por naturaleza y maña a un discurso anticuado. Esos serán los mayores retos del Polo en los próximos cuatro años.
De Serpa no hay mucho que decir, aparte de que entró ya de manera oficial a ser políticamente un viejo gagá, y para seguir usando sus dichos, no fue ni chicha ni limoná. Además que leyó el discurso equivocado (síntomas automáticos de ser gagá?), porque leyó el que iba a leer cuando se fueran a la segunda vuelta que le prometió Lopéz. Si con el 62% Uribe “no convenció”, ¿con cuánto tendría que ganar para convencer? Seguro que no con el 12%.
El reto y la oportunidad para los colombianos, es poder darnos cuenta que parte del desarrollo democrático es aceptar que hay espacio para todos. La famosa tolerancia.
Tuesday, May 30, 2006
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